Archivos Temporales

viernes, septiembre 09, 2005

Demencia Temporal

Probablemente esto ya lo han leído en alguna parte, mal q mal, he leído los relatos de la Zona desde hace mucho tiempo. Sin embargo, un día me dió por escribir y salió esto. No se preocupen, no me falta tanto para titularme de Ingeniero, asi que no viviré de esto, es solo un hobbie. Ojalá guste, o al menos no desagrade. Mi humilde intento.


- Estas seguro de lo que estás haciendo??
- No, por eso lo hago.
Y partí. Quizas eso era lo que buscaba. Siempre había estado tan seguro en la casa de mis papás, que había perdido la seguridad en mí mismo. Y esa es vital. Si no la trabajas y desarrollas, cuando llegas a necesitarla y no la tienes te desarmas y quizas todo se vaya a la cresta. Por eso es mejor salir a buscarla conscientemente. Aún cuando sea difícil.

Cuando llegué al departamento lo encontré demasiado grande, aunque solo tiene una pieza, una cocina del porte del closet de mi casa (ok, ex-casa), un baño y un pequeño comedor (para estar cerca de Plaza Ñuñoa salió bastante barato). De a poco fui abriendo las pocas cajas en las que alcanzaron mis cosas. Unos libros, muchos cd’s, algunos posters. Inflé el colchón, me metí al saco de dormir y aunque el viaje desde Temuco es largo, me costó dormir.
Al día siguiente, mientras escuchaba el “Sentido Común” de Solar (gran título, gran banda), vacié las cajas y empezé a ver cómo le iba a dar forma a todo esto. Como iba a lograr que esto pareciera un hogar, mi hogar, el primero que iba tener que armar solo. Hacía un calor que me recordó los veranos en Pucón, cuando todo era más fácil.
Creo que todo hizo click cuando terminé con la Anto. Me dijo que buscaba algo más, que no podía seguir con alguien que no tenía planes, que siempre dependía tanto de los demás, que a veces sentía que solo ella apoyaba y se aburrió de ser fuerte.
Eso de verdad me cagó, debo reconocerlo. Estaba tan engrupido con el hecho que éramos felices y todo eso, que jamás me dí cuenta de lo que ella necesitaba. Es como cuando comes torta, y estás tan hipnotizado por el dulce que no vez que tu hermano también quiere. Algo asi. Y por primera vez, sentí que mi casa no bastaba para ayudarme. Que ellos podían apoyarme en muchas cosas, excepto en esa.
Ahí me di cuenta que no podía contar conmigo, que me había vuelto débil y dependiente.
Cuando salí del colegio entré a estudiar periodismo, la-carrera-que-llenaba-mi-perfil según la orientadora del colegio. Pensé que había encontrado algo que llenara mis expectativas, que me permitiera hacerme una idea de lo que iba a hacer el resto de mi vida. Pero no me llenó, como mucha cosas, y la dejé. Quizas soy muy exigente en algunas cosas y en otras demasiado conformista. Y me quedé sin planes, completamente a la deriva.
La Anto fue la primera mujer de la que me enamoré. La conocí en el colegio, cuando todo era más relajado, nadie hacía preguntas difíciles y tampoco mirabas al futuro. Mientras te dejaran la casa para ti solo un fin de semana o tuvieran un buen carrete el sábado bastaba. Pero la cosa siguió su curso, y 4 años despues seguía pegado en lo mismo. No crecimos juntos. Ella claramente se adelantó, o quizas yo me estanqué (lo más probable). Y ella se aburrió. Ahora, 3 meses después lo entiendo.
Y aquí estoy, sentado en un departamento chico, con muy poca gente conocida, en una ciudad que no me resulta cómoda, pero aún asi, tampoco me parece tan hostil como todos la pintan. Cuando me ofrecieron el trabajo de fotógrafo en la revista no la pensé mucho. No tenía mucho de donde elegir y era la oportunidad de partir de nuevo, de recuperarme. Por suerte, tenía experiencia como fotógrafo, de la escuela de periodismo, asi que un profesor amigo me hizo los contactos necesarios. Siempre tuve ojo para las fotos. Quizas de haberlo tenido en otras cosas...

En fin, no nos vamos a lamentar otra vez.